Una hermosa e histórica ciudad española ha sumado su voz a la creciente crisis turística del país al declararlo «lleno» y amenazar con cortar el suministro de agua a las casas de vacaciones ilegales.
Sevilla, la impresionante capital regional de Andalucía, es una ciudad amada por los turistas británicos que viajan para ver la impresionante arquitectura de influencia árabe y caminar por las calles bordeadas de naranjos.
Pero a pesar de recibir tres millones de visitantes al año, la creciente tensión por las cifras hizo que el alcalde de la ciudad, José Luis Sanz, advirtiera de que «en este momento en Sevilla no hay espacio para otros alojamientos turísticos».
El periódico español La Sexta informó que las estimaciones indican que unas 5.000 viviendas en el asentamiento, que tiene una población de 700.000 habitantes, están siendo explotadas ilegalmente como viviendas de alquiler vacacional.
El alcalde Sanz añadió: “Si efectivamente una casa está funcionando ilegalmente y el propietario no reside en ella, la empresa municipal de agua puede cortar el suministro de agua en el plazo de un mes”.
El alcalde añadió: “La convivencia entre el turismo, motor fundamental de la ciudad, y la vida cotidiana de los sevillanos ha sido y seguirá siendo una prioridad”.
Reportes indicaron que alrededor de 715 licencias para departamentos turísticos fueron retiradas, y las que fueron aprobadas serán revisadas una por una.
A menudo se forman largas colas para acceder a los monumentos famosos de la ciudad, como la Giralda, la Catedral y el Palacio Real de Sevilla, desde primera hora de la mañana.
Los bares de tapas también experimentan un auge comercial desde principios de enero, cuando las temperaturas en la soleada ciudad se mantienen en torno a los 20 grados.
Pero en toda España ha habido una revuelta nacional contra lo que algunos afirman que es un exceso de turismo en muchos lugares, y grupos afirman que esto es lo que impide a los locales comprar propiedades.
En Barcelona, Madrid, las Islas Baleares y las Islas Canarias, miles de personas salieron a las calles en protestas masivas, muchas de ellas portando pancartas con el lema “Guiri, vete a casa”. Gweri a veces se considera un término despectivo para los turistas extranjeros, especialmente aquellos de origen del norte de Europa.
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